viernes, 19 de septiembre de 2014

Escocia, Cataluña y el Derecho de Autodeterminación

Viene y se va el referendum escocés. Un jarro de agua fría para el nacionalismo europeo, y el catalán en particular.
Cientos de nacionalistas habían viajado hasta Edimburgo para contemplar, ante la mirada estupefacta de la Europa imperialista, el ejercicio de liberación de un pueblo esclavizado por la pérfida Inglaterra durante casi trescientos años.
Y sin embargo, ¿esto es así?


Cuando se habla de "derecho de autodeterminación", y se niega a regiones occidentales pertenecientes a democracias consolidadas, no se hace más que resaltar la doctrina establecida por las Naciones Unidas (principar impulsor del proceso de descolonización tras la Segunda Guerra Mundial). El derecho de autodeterminación, pocos lo saben, es un derecho concedido a colonias para decidir sobre su independencia -o no- de la metrópoli que las controla. Por ello, la doctrina inmensamente aceptada en el derecho internacional -Sentencia del Caso Quebec- lo niega a regiones de Estados democráticos que gozan de representación y cuya identidad y costumbres son respetadas por el Estado; especialmente cuando esas regiones no son -ni han sido- colonias de una metrópoli occidental.

Ahora es cuando toca hablar de historia. En el primer caso, Escocia e Inglaterra unieron sus parlamentos en uno en 1707 con el llamado "Act of Union". En cuanto a Cataluña, el Condado de Barcelona -cuyos límites en su apogeo alcanzaron a una importante parte de la región, mayor de la mitad- podría ser considerado lo más parecido a un "estado ancestral" al que retrotraerse cuando hablamos del caso catalán. Dicho condado se incorporó voluntariamente, mediante una unión dinástica, al reino de Aragón, constituyendo el inicio de la Corona de Aragón; dicha Corona se uniría en 1492 a Castilla, formando así el Reino de España, primer estado-nación europeo. Así, podemos observar como el Reino de León, unido al antiguo condado de Castilla, goza de la misma posición que el condado de Barcelona -unión a un ente unido posteriormente a otro para crear España-. ¿Consideran ustedes a León una colonia?

¿Dónde está, entonces, la colonización de Cataluña? El independentismo catalán la sitúa en la guerra de sucesión española; una guerra dinástica en la que las distintas potencias europeas participaron para apoyar a su candidato al trono español entre dos casas: los Austrias y los actuales Borbones. Los Borbones defendían un nuevo modelo de estado, en el que un derecho nacional, que no hiciera distinción por territorios, sustituyese a los distintos derechos medievales de los diferentes reinos, desterrando los últimos vestigios del feudalismo europeo -muy presentes en los derechos forales-.

Como suele suceder en estas cosas, contra el cambio se resiste quien se ve perjudicado por él: en este caso, entre otras, la burguesía y nobleza catalana. Temiendo perder los privilegios feudales construidos por sus predecesores, diversos reinos de España, acostumbrados al modelo pseudomedieval de los Austrias del que sin duda se beneficiaban, se alinearon con el candidato de la Casa de Austria. La guerra fue cruenta y terminó con la toma de Barcelona (en 1714), tras la cual se dictaron los Decretos de Nueva Planta, que derogaban los derechos medievales de los distintos reinos de España. Una guerra civil, y una facción vencedora. No sería la primera ni la última vez en nuestro país. ¿Una colonización de Cataluña que, como pueblo todavía oprimido por la metrópoli castellana, merece un "derecho de autodeterminación" que los libre de sus cadenas? Resulta interesante observar cómo cuando, cien años después (1808), Napoleón ofreció a Cataluña anexionarse a un imperio más avanzado y moderno, los catalanes se echaron al monte como el resto de españoles, convirtiéndose en los primeros en derrotar al entonces invicto ejército francés en la batalla del Timbaler del Bruc. Otro dato que suele obviarse es la entrega del monopolio de comercio de los textiles a Cataluña, como parte de una política económica española de carácter general que benefició enormemente a la región, protegiéndola de los efectos de sucesivas crisis que mermaron la industria del resto del país.
¿Les huele a colonia? A mí tampoco.