El pasado domingo salió a la luz la entrevista realizada al señor Artur Mas i Gavarró, presidente de la Generalitat de Cataluña, por el ya muy reputado periodista Jordi Évole, en su programa Salvados.
El objetivo de la entrevista al polémico President era arrojar algo de luz sobre las razones y motivaciones que le han llevado a abrir, mediante la promesa de un referéndum, el debate independentista en Cataluña.
El político catalán fue claro pero sobretodo, y lo que es muy de agradecer, sincero. Admitió que, de haber conseguido en Madrid el llamado "Pacto Fiscal" el día 20 de Septiembre, nunca hubiera convocado elecciones y presentado su candidatura a las mismas como "el President que conseguirá el referéndum". Lo que posiblemente no calculó fueron las consecuencias de no haber controlado aquel arrebato de sinceridad con el amistoso periodista, ya que lo dicho contradice lo que tan enérgicamente venía diciendo las últimas semanas.
En sus declaraciones durante la Diada del 11 de Septiembre (las primeras en que aparecía flanqueado únicamente por la bandera catalana y la de la Unión Europea -omitiendo la española, como es práctica ya habitual-) aseguró a los catalanes que la voz del pueblo catalán sería escuchada en las urnas. Posteriormente, no ha cesado de repetir, hasta la saciedad y con cierto aire de amenaza, la sugerencia al Gobierno de España de que "deje hablar a Cataluña", que "escuche el clamor de los catalanes".
Y sin embargo el 12 de Octubre, día en que se llevó a cabo la entrevista, admitiría que de no haber sido por la negativa de Rajoy a otro vergonzoso pacto fiscal como el vasco y navarro, no habría iniciado el "proceso de consulta a los catalanes". En resumidas cuentas, que si le hubieran dado a elegir entre el dinero o la independencia, se habría quedado con el dinero.
¿Dónde queda entonces la voluntad de Convergencia i Unió de "escuchar al pueblo", la exigencia al Gobierno central de hacer lo mismo? ¿Dónde ese "sentiment" patriótico en torno al cual orbitan los discursos del señor Mas? ¿Y ese anhelo por la "libertad" del pueblo catalán? La respuesta es sencilla: para Mas, como bien dice el refrán catalán, "la pela es la pela".
A poca gente ha sorprendido la confesión del President, cuyo partido solo ha entrado en el club independentista cuando ha constatado la negativa del Gobierno a otro Pacto Fiscal que rompa la igualdad entre españoles. Pero la pregunta es: ¿Piensa el pueblo catalán de la misma manera?
En la actual coyuntura cada día más gente -periodistas, sociólogos, intelectuales, políticos...- es propensa a pensar que la verdadera razón del auge independentista de los últimos meses en el pueblo catalán es, mayoritariamente, un mero interés económico.... Los argumentos a favor de dicha tesis, tristemente, cada vez ganan más peso.
En primer lugar, no olvidemos lo sucedido con la polémica reforma del Estatuto de Autonomía en 2006. Auspiciada y patrocinada por los principales partidos catalanes, la reforma del estatuto pretendía potenciar considerablemente la independencia política de Cataluña respecto al resto de España. Cataluña asumiría un número considerablemente mayor de competencias legislativas y ejecutivas, se creaba una suerte de "tribunal constitucional catalán" destinado a salvaguardar el cumplimiento del Estatut (completamente innecesario por cierto) e incluso se pretendía dotar de un tribunal supremo a la jurisdicción catalana. La existencia de una mayor autonomía política venía siendo una reivindicación legendaria de los partidos catalanes mayoritarios desde el comienzo de la transición, con lo que se esperaba un total arrase del SÍ en el referéndum convocado al efecto. Sin embargo, el esperado día del referéndum, tan sólo el 36.51% de los catalanes acudió a los colegios a votar a favor, absteniéndose un alarmante 50.64% de la población de acudir a la cita. Otro 2.64% lo conformarían los votos nulos o en blanco y un 10.21% los que votaron en contra. A la vista de los números parece indiscutible afirmar que, hace tan sólo seis años y cuando la crisis no nos había azotado aún, un aplastante 63.49% por ciento de los catalanes o estaba en contra o bien pasaba olímpicamente de una mayor independencia de Madrid. Por contra y haciendo algo de memoria, la Constitución española fue aprobada por algo más del 60% de los catalanes. Es decir, que no ya la independencia pura y dura, sino una mera "mayor autonomía política catalana", no le importaba a más de la mitad de los catalanes lo suficiente como para levantarse del sofá y pasear hasta el colegio más cercano.
En segundo lugar se encuentran las encuestas recientes. La principal de ellas, encargada por el periódico La Vanguardia -principal portavoz a día de hoy del nacionalismo independentista en Cataluña-, destacaba en su pagina web los resultados de ésta, que arrojaban que tan sólo el 27.1% de los catalanes se siente "tan solo catalán". La encuesta había sido encargada a la empresa Fedback como consecuencia de la manifestación de la Diada. El periódico catalán pretendía hinchar aún más el globo independentista estrenado en la manifestación, reflejando con su encuesta una mayoría arrasadora de catalanes que no se consideraban españoles. La realidad fue otra así que, al poco de ser colgada, la noticia fue "curiosamente" borrada de su página web.
La que no fue eliminada, sino más bien ampliamente comentada y desarrollada, fue la noticia acerca del otro dato de la encuesta, el que reflejaba que un 51% de los catalanes votaría en ese momento a favor de la independencia. Es decir, que existe en Cataluña un 24% decisivo de ciudadanos -subrayo lo de decisivo- que aunque se sienten españoles (en mayor o menor medida) hubieran dicho sí a la secesión de la Comunidad. Un 24% de personas que se independizarían, como se desprende de la aceptación de un sentimiento de pertenencia a España, meramente "por la pela". Alarmante. Otra cuestión es si la independencia constituye realmente la solución a la situación económica actual en Cataluña, pero no puedo evitar recordar lo que diría Jordi Évole, el periodista que realizó la entrevista al President, días después del encuentro. En un artículo en el diario catalán "El Periódico", en que analizaba sus conclusiones sobre la entrevista, escribiría: "Creo que los verdaderos independentistas son aquéllos que incluso prefieren ser pobres a depender de Madrid; a los que pretenden la independencia para ser más ricos, en mi opinión, les interesa más la riqueza que la independencia."
He oído decir con frecuencia, tanto por catalanes como por personas que han vivido en Cataluña, que la extendida fama de "tacaños" de los catalanes es injusta, a la par que inmerecida. Cuando llegue el día del referéndum -en algún momento de los próximos cuatro años- espero de todo corazón que los catalanes que forman parte de esa amplia mayoría que se siente integrada en España, los que no forman parte de esos "verdaderos independentistas", impidan que se dé, lamentablemente, la razón a los que predican esa fama.