domingo, 14 de octubre de 2012

Un Día de la Hispanidad


   Ayer, 12 de octubre, fue Día de la Hispanidad, la también llamada “fiesta nacional”. El día de la “Hispanidad”, es decir, el día de los españoles. Así que España entera se toma el puente y disfruta de unos cuantos días con los suyos; algunos viajando -los que tienen suerte estos días- y otros simplemente descansando.

 Pues bien. El día de la Hispanidad me levanto por la mañana y decido -¿por qué no?- colgar una bandera de España, como muchos españoles, de la ventana. Cojo el teléfono y lo comento con un amigo, que disfrutaba en Granada de la impresionante vista de la Alhambra (en la que se encontraba aprovechando el puente, claro). Me responde: “Ah, ¿que es hoy la mierda esa?”. La verdad es que no me sorprendió.

 No es más que el vivo ejemplo de una cuestión particularmente “curiosa” y lamentablemente característica de nuestro país. Digo curiosa porque es así como se ve desde fuera, como lo ven los extranjeros, además de con asombro, claro. Lo he podido comprobar múltiples veces, hablando con gente de distintos lugares -por citar algunos: italianos, mexicanos, indios, venezolanos, estadounidenses, etcétera-.

  Y es que es normal asombrarse. En nuestro país se confunde permanentemente orgullo o patriotismo con ignorancia, fascismo e intolerancia. Es algo totalmente absurdo -patético incluso, si se me apura-, que es muy sencillo ver desde fuera, y muy difícil, parece ser, desde dentro. Se trata de una de las muchas cruces que cargamos, como españoles, desde la guerra civil. Uno de esos prejuiciosos complejos que tenemos, como sociedad, aceptados.

  “¿Es hoy la mierda esa?”, me decía un español, en el día de los españoles. Sí, el día de España y de los españoles; no de Franco, ni de Primo de Rivera, ni tampoco de la Falange Española de las J.O.N.S. Para ellos había otros días; el 18 de Julio se conmemoraba el “alzamiento nacional” -se conmemoró hasta el año de 1977- y el 20 de noviembre se celebra el aniversario de la muerte del “Generalísimo” y  de José Antonio Primo de Rivera.

 Yo pertenezco a la década de los noventa. He nacido en una España democrática, plural, moderna e integrada en el seno de la Europa de los quince. En esa España tenemos otro día nacional, el 12 de octubre, que se colocó en tal día por la sencilla razón de tratarse de la fecha de un acontecimiento que cambiaría radicalmente la historia del pueblo que vivía donde lo hacemos nosotros, que acabaría definiendo nuestra cultura, nuestras costumbres, como nación.

 De la misma manera en que no se puede entender la Francia de la actualidad sin el periodo napoleónico, sin la Revolución de 1789, no se puede entender la España en que vivimos, nuestra cultura, nuestra identidad, sin el descubrimiento de América –ayer se cumplieron, por cierto, 520 años del mismo-. Tampoco se podría pretender comprender la sociedad mexicana, la peruana, la argentina, sin aquel día. Es por eso que el 12 de octubre se celebra también en Iberoamérica, bajo un nombre distinto. El llamado "Día de la Raza".

 Yo he nacido, repito, en la década de los noventa; soy un madrileño, y español, del siglo XXI. Como tal, me niego a aceptar el monopolio de la bandera española por parte de la derecha más rancia e intolerante de nuestro país, y por eso, entre otras razones, la colgué ayer de la ventana. Me niego, de la misma manera, a aceptar que personas nacidas en el mismo lugar y tiempo que yo caigan en el absurdo de considerar al patriotismo español un fascismo camuflado y al que provenga de cualquier otro lugar del mundo en un fenómeno, si no admirable, comprensible.

 No creo que haya nada de malo en sentirse orgulloso del lugar en que has nacido, del idioma que hablas, de las costumbres de tu país, mientras no caigas en el deplorable hábito de excluir, por ello, lo diferente; de despreciar lo distinto. Eso se llama nacionalismo, y es otra cosa muy distinta. Charles De Gaulle solía decir que para un patriota el amor a su pueblo es lo primero, mientras para un nacionalista lo primero es el odio a los demás. Yo soy, y me enorgullezco de serlo, un español orgulloso, un patriota.

 Conozco gente que defiende que su patria es su familia; su país, su gente. Me parece una opinión perfectamente respetable, aunque no la comparto. Yo veo a mi país como a mi país, a mi familia como mi familia y a mi gente como a mi gente. Quizá haya sido el hecho de pasar casi la mitad de mi vida fuera de España (hay quien dice –en mi opinión con mucha razón- que no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes) o quizá se trate de otra razón; soy, lo admito, un romántico incurable. Lo que es indudable es que las cosas se ven desde una perspectiva diferente cuando has vivido un tiempo fuera del que ha sido tu hogar.

 He celebrado los triunfos de atletas y deportistas españoles, representantes de nuestro país en competiciones internacionales –competiciones en las que, paradójicamente, nos encontramos en nuestro mejor momento, en contraste con nuestro actual escenario económico y social-. He disfrutado, henchido de orgullo, viajando por mi país y dándoselo a conocer a personas de otras partes del mundo, saboreando sus elogios hacia nuestra gastronomía, nuestra música, nuestra literatura, nuestra forma de ser y entender la vida. Y me pregunto: ¿tiene sentido que alguien me pueda llamar fascista por ello? Al igual que la gente de fuera de nuestro país, pienso que no.

 En España todavía existe mucha gente que no sabe diferenciar entre patriotismo y nacionalismo español -entre los de otros sitios sí, faltaría más-. Gente a la que le parece que el nacionalismo excluyente que existe en Cataluña y el País Vasco (lo de prohibir los toros y no los “correbous”, lo de impedir que existan escuelas públicas en las que se estudie en español, lo de multar a taxis que saquen la bandera española celebrando el mundial, lo de  atormentar por la calle a un padre y a su hija por sentirse catalanes y españoles...), se llama “sentiment” -o “sentitzen” en el caso vasco-, y es algo respetable, mientras que el nacionalismo español es la ideología más repugnante posible. Gente que ve la celebración de la Diada de Catalunya como una tradición loable y digna pero el día de la Hispanidad como una fiesta de fascistas, “la mierda esa”.

 Nacionalismo es nacionalismo, regional o nacional, español, catalán o vasco. Una ideología, a mi parecer egoísta y reprochable, que Albert Einstein definió acertadamente como “una enfermedad infantil, el sarampión de la humanidad”. El amor a tu tierra y a tu gente, el patriotismo, es algo muy distinto que, aunque alguna gente pueda no compartir, es digno del mayor de los respetos. Y también me refiero, por supuesto, al patriotismo de cualquier catalán que vea a su región como algo radicalmente distinto del resto de España, siempre y cuando sea una persona que tolere y respete a las demás personas que no piensen de la misma manera, que no les insulte y les llame traidores –como cierto cargo en la Generalitat- por ver las cosas de manera diferente. Otra cosa es que pueda considerar sus argumentos acerca de la "nación histórica catalana"o los "països catalans" carentes del rigor histórico suficiente para fundamentar su opinión, pero ese es otro debate.

 Fascismo y nacionalismo son, en fin, cosas muy distintas del sentimiento patriótico, tan natural y común en el ser humano, y perfectamente compatible con el pluralismo democrático. Cosas, como digo, tan diferentes entre ellas como iguales en cada parte del mundo, o de España. El nacionalismo catalán, lo que vimos el otro día en Plaza Universitat con aquel padre y su hija, es tan lamentable como las agresiones de ultras neonazis a inmigrantes en Madrid. Es lo mismo. Y sin embargo mucha gente en España prefiere, mientras se llena la boca condenando a partidos fascistas como España 2000, no posicionarse contra el nacionalismo excluyente en Cataluña y País Vasco, no vaya a ser que se le confunda con uno de esos "fachas garantes de la unidad de España" y se entienda que, en lugar de ser simplemente una persona congruente para la que una ideología significa lo mismo en Madrid que en Barcelona, es otro fascista más que todos los días, envuelto en una bandera "preconstitucional" y exaltado ante la visión del amanecer, canta a todo pulmón el Cara al Sol. 

 Mientras tanta gente en España siga cayendo por prejuicios -arcaicos ya- en el absurdo cainismo de condenar con una mano el patriotismo democrático y aceptar con la otra el fascismo regional, de despreciar un día de la Hispanidad pero sonreír con cinismo ante las pitadas del Camp Nou o la quema de banderas, seguiremos estando a la cola de Europa, acomplejados por nuestro pasado y despreocupados de nuestro futuro. ¿Cómo podemos pretender que confíen en nosotros en el exterior, cuando no confiamos ni en nosotros mismos, cuando se ve como algo malo estar orgulloso de tu país pero algo moderado aceptar el fascismo, si éste es a nivel regional?  

 Creo que llegado el momento de desprendernos de complejos antiguos e incongruentes, de empezar a pensar en nosotros y en nuestro país, o no vamos a salir nunca de la crisis política y social en que nos encontramos.

3 comentarios:

  1. faokchaokmaoktraokgaokraokbraok14 de octubre de 2012, 18:42

    Para defender tus argumentaciones en pro del patriotismo has puesto en contraposición la tolerancia y/o aceptación del nacionalismo catalán o vasco por aquellos mismos que dices que critican el patriotismo español, de forma que esta doble moral parezca una condición "sine qua non" en la crítica de dicho patriotismo. Aceptando esto tu argumentación se vuelve mucho más sencilla, dado que puedes deslegitimar a estos individuos fácilmente y con razón además. Además, aunque aceptas el patriotismo catalán, sostienes que sus argumentos carecen de rigor histórico, ¿resulta que ahora hace falta argumentos sólidos para amar a tu país? ¿Y me podrías decir cuáles son? ¿Y que estos deben estar avalados por la historia? ¿Hasta qué punto? ¿Cuántos años son necesarios? Siguiendo tu línea de razonamiento es tan válido el patriotismo catalán o vasco como el tuyo, ya que también son un grupo de personas que comparten unas costumbres, tradiciones, lenguaje y cultura comunes (discrepo de la misma forma con todos). Y no me vengas con antecedentes históricos para depreciar su patriotismo, porque de la misma forma puede venir un egipcio y reírse del tuyo argumentando (absurdamente) que tu país es España desde hace solo 1000 años, mientras que ellos ya eran egipcios hace 5000 años.
    Si bien del orgullo por lo tuyo no se desprende un odio hacia lo de los demás (de acuerdo contigo en que esto es absurdo y mediocre), si opino que dicho orgullo coloca a tu patria por encima de las demás, aunque sea sin desmerecerlas, de lo contrario estarías orgulloso de otras culturas y o regiones; como bien dices has vivido media vida en México, a priori tendrías tantas razones para sentirte mexicano y estar orgulloso de su cultura y tradiciones, que has compartido, tanto como de las nuestras y de ser español. De lo contrario, a mi entender, estás dando excesiva importancia al lugar del mapa en el que has nacido y/o a tu ascendencia, así como a otros factores que sin duda no dependen en absoluto de ti y te vienen, por así decirlo, "impuestos".
    En cuanto a este tema observo, como en muchos otros a mi alrededor, la constante necesidad que tiene la gente de identificarse con algo más "grande y trascendental", por decirlo de alguna forma, que ellos, el ansia de pertenecer o sentirte una parte de algo que trasciende lo que nos es inmediatamente cercano. Me niego a aceptar un conjunto de valores, tradiciones, ideas,... (y ya no solo te hablo de patria, sino también de sistemas ideológicos por ejemplo) como si de un pack se tratase teniendo que tragar lo "bueno" y lo "malo", lo que me gusta mucho y lo que no me gusta tanto. Permíteme que desgrane y me quede sólo con las partes que más me interesen (me parece una suerte haber nacido en un país de habla hispana, dada la inmensa cantidad de literatura de que disponemos, cosa que por cierto debemos a muchas personas de otras "patrias", pero en definitiva a personas, las patrias no escriben libros), dando la espalda a aquellas que no me interesen (no me gustan las corridas de toros y algunas tradiciones más con este animal, por mencionar una de las tradiciones de nuestra patria). La patria me resulta así como un “ente” vacío, cuando en realidad son personas lo que hay y lo único que importa, unas mejores otras peores. Y en el trato con personas, la patria, la cultura, incluso el lenguaje importan poco, siempre que dichos elementos no las amordacen.
    Por último, me parece que es una idea que viene muy bien a las clases dominantes, que no cesan de alimentarla y alentarla, pero como siga voy a tener que empezar yo otro blog.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Vuélvete a leer la entrada, parece que has malinterpretado muchas cosas. Otras, sin embargo y aunque probablemente no haya sido tu intención, las has obviado. En otras cosas coincido contigo.

    Contrargumento 1: "Para defender tus argumentaciones en pro del patriotismo has puesto en contraposición la tolerancia y/o aceptación del nacionalismo catalán o vasco".
    * No estoy hablando de la absoluta generalidad de la gente que critica el patriotismo español. No toda la gente lo critica de la misma manera. Lo que es innegable es ambas cosas van de la mano con frecuencia; representa probablemente casi la totalidad de los casos que conozco. Crítica o desprecio al patriotismo español, indiferencia y aceptación del patriotismo y/o nacionalismo catalán y vasco. Si te sientes aludido, bien. Si crees que no se trata de tu caso, mejor.

    Contraargumento 2: "Además, aunque aceptas el patriotismo catalán, sostienes que sus argumentos carecen de rigor histórico.Y no me vengas con antecedentes históricos para depreciar su patriotismo."
    * Efectivamente, como conocerás, he leído mucho acerca del nacionalismo catalán. Los argumentos para considerarse una nación histórica suelen ser los mismos, los he escuchado cientos de veces. Como yo, muchísima gente opina que carecen del rigor histórico suficiente como para fundamentar la existencia de una comunidad catalana siempre diferenciada a lo largo de los siglos y escasamente influenciada, cuando no al revés claro, por el resto de España; así como racionalmente imposible de ser incluída en ese conglomerado de pueblos que es nuestro país, por su especial diferencia con el resto de pueblos de España. No estoy diciendo por ello (IMPORTANTE) que la carencia de rigor histórico en ese tipo de argumentos le invalide para sentirse patriota y orgulloso únicamente de Cataluña, que tiene como todos los pueblos de España peculiaridades en los que apoyarse (ese patriotismo puede empequeñecerse hasta casi cualquier ámbito territorial). Tampoco he dicho que sean necesarias bases históricas para fundamentar un patriotismo. Tampoco me oirás decir que tal "sentiment" no sea digno de respeto. Me limito a apuntar, totalmente diferenciadamente de mi respeto a su libertad de pensamiento y sentimiento, así como de su patriotismo, que los argumentos que suelen esgrimir para argumentar una nación catalana separada carecen, desde mi punto de vista, de ese rigor histórico. Con lo cual (1) no desprecio el "patriotismo catalán", (2) no entiendo que sean necesarias bases históricas para crear una nación (no así culturales, lingüísticas, etc). (3) No pienso que no sean igual de válidos los patriotismos vasco y catalán. --->No has entendido mi argumentación en ese sentido.

    ResponderEliminar
  3. Contraargumento 3: "dicho orgullo coloca a tu patria por encima de las demás, aunque sea sin desmerecerlas"
    No la coloca necesariamente encima de las demás sino en un lugar especial para mí, de manera personal, por su indiscutible relación con mi vida y su inevitablemente enorme influencia en mi vida y mi manera de pensar.

    Contraargumento 4: "a priori tendrías tantas razones para sentirte mexicano y estar orgulloso de su cultura y tradiciones, que has compartido, tanto como de las nuestras y de ser español."
    * No es cierto. Como muchos otros países que he tenido la suerte de visitar México tiene diez mil cosas maravillosas. Y siempre va a tener una importancia especial para mí, por todo el tiempo vivido ahí. Sin embargo he nacido en España y ,sobretodo, he crecido en una familia española y he heredado sus costumbres, valores y demás.

    Contraargumento 5: "estás dando excesiva importancia al lugar del mapa en el que has nacido y/o a tu ascendencia, así como a otros factores que sin duda no dependen en absoluto de ti y te vienen, por así decirlo, impuestos."
    * He hablado de un sentimiento, pero nunca he hablado de mis prioridades como para que tengas un punto de referencia del que partir para considerar que le doy "excesiva importancia" a ese tema.
    Pero, además, ¿por qué iba a ser "excesivo" ese peso? O, mejor aún, ¿Tiene alguien que no sea yo algún tipo de legitimidad para decir si lo es?.
    Cuando vives en un país distinto a aquel en que has nacido, en que ha vivido tu familia durante toda su vida, y a pesar de tener muchas y diversas cosas en común con personas del país que te acoge, percibes similitudes con gente de ese país natal que queda tan lejos. Similitudes imposibles de percibir sin salir de tu país, y difíciles cuando esa salida no dura demasiado tiempo. La esencia de las miles de cosas que te unen a esas personas (culturales fundamentalmente), aunque otras te unan a personas distintas. ¿Es que un hombre ve limitada su libertad por sus raíces? ¿Qué hay de malo en ellas? ¿Dejan de definirte porque no dependan de tí?

    Contraargumento 6: "me parece que es una idea que viene muy bien a las clases dominantes, que no cesan de alimentarla y alentarla"
    No creo que exista una necesaria relación entre un beneficio de la clase dominante y el patriotismo de su pueblo. Por poner un ejemplo la clase dominante mexicana no salió muy bien parada de la revolución mexicana de principios del siglo XX, cuando el pueblo mexicano y la propia revolución mostraban signos evidentes de un patriotismo extendido.
    Pero, incluso si aceptara tu propuesta y supusiéramos que "viene bien a la clase dominante" -lo cual es muy relativo- ¿es que eso tiene algo de malo? ¿Se descalifica por sí sólo, debido a eso, el patriotismo? Pero bueno como ya he dicho no creo que exista esa relación, con lo que...

    ResponderEliminar